La respuesta de Jackie Kennedy a su vestido de novia impactó a la diseñadora para siempre - Español

Cuando la futura primera dama llegó a la Iglesia Católica Romana de St. Mary en Newport, Rhode Island, para casarse con el senador John Fitzgerald Kennedy, todos los ojos de la casa estaban fijos en su absolutamente impresionante vestido de novia. Fue obra de una famosa diseñadora Ann Lowe, y todo el mundo se entusiasmó. Sin embargo, la novia tenía una opinión que difería drásticamente de los miles de fanáticos que miraban con asombro su belleza. Y si hubiera sabido la increíble historia detrás de su vestido, podría haberse mordido la lengua.

John y Jackie

En ese momento, Jackie y John F. Kennedy parecían la pareja perfecta para adornar la Casa Blanca. Ambos eran guapos, encantadores e increíblemente carismáticos, y el mundo estaba listo para que subieran al escenario político una vez que JFK asumiera el cargo en 1961. Sin embargo, pocas personas en ese momento se dieron cuenta de que la joven pareja tenía algunos importantes secretos ocultos.

Un cierto Magnetismo

Aunque una inmersión profunda en la vida de la pareja revelaba que el presidente no era exactamente el marido leal y honesto que debería haber sido, no se puede negar que los Kennedy tenían un magnetismo que los medios adoraban. Y nadie podría olvidar aquel mágico día ocho años antes cuando se casaron.

El Gran día

La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia Católica Romana de St. Mary en Newport, Rhode Island. Era una de las iglesias más ilustres del país, y más de 800 personas se apiñaban en el interior para ver a los recién casados ​​intercambiar votos y comprometerse de por vida. Por supuesto, esto fue algo más complicado que una simple ceremonia.

Una celebración de cuento de hadas

Tanto la novia como el novio eran todo sonrisas mientras pronunciaban sus votos y caminaban entre la multitud de amigos y familiares que los animaban. ¡Imagínense 800 pares de ojos todos mirándolos con asombro mientras camina lentamente del brazo por el pasillo! Por abrumador que fuera para John y Jackie, ambos irradiaban confianza.